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domingo, 15 de junio de 2014

Un enfermizo pasatiempo

En la pequeña oscuridad de su habitación,En una noche sin luna,ni estrellas, con la lluvia golpeando salvajemente contra su ventana, solo las sombras danzaban, el repiqueteo de su corazón era el único sonido audible, el aire era pesado, el olor de su propia habitación lo mareaba, lo asqueaba y lo sumergía en sueños profundos de muerte y confusión, él, apenas un niño, estaba solo, solo en una casa destartalada, con solo un cuarto y una puerta, con nada, con nadie, con él, pero se odiaba tanto a si mismo que su propia compañía era agotadora, traicionera y enferma.

El mundo entero lo había traicionado, así que abandonarse a si mismo fue lo único que le enseño su madre drogadicta y su padre, bueno este nunca estuvo presente.Pero nada justificaba la realidad, el cuerpo en medio del cuarto, cabellos rubios de una cabellera falsa, una mujer con un escandaloso tono de labial corrido por todo su rostro.

Lo que había hecho, dejar correr sus instintos más básicos, en donde el sexo y la violencia no fueron suficientes.Ahora ahí en medio de su penosa habitación miraba sin pestañear su obra, preguntándose, que era más grotesco, el hecho de que había extinguido la vida de una mujer, bueno una puta cualquiera o que se excitara tanto al verla desnuda y completamente vulnerable en el frío suelo de una habitación.Tomó el cuchillo más grande que tenía, subió el cuerpo a su cama.

Empezó el trabajo difícil, el como deshacerse del cuerpo, pero al cortar solo pensó: "¿Donde encontraré a la siguiente?".

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